lunes, 22 de junio de 2015

EL TIEMPO CONTIENE DOS IDEAS

EL TIEMPO CONTIENE DOS IDEAS
Por: Ouspensky

El tiempo (como se lo considera habitualmente) contiene dos ideas: la idea de cierto espacio desconocido para nosotros (la cuarta dimensión), y la idea del movimiento en este espacio.

Nuestro error constante estriba en el hecho de que nunca vemos dos ideas en el tiempo, sino que siempre vemos solamente una.

Por regla general, vemos en el tiempo la idea de movimiento, pero no podemos decir de dónde, adonde, dónde y en qué espacio.

Se hicieron antes intentos para vincular la idea de la cuarta dimensión con la idea del tiempo.

Pero en todas las teorías que intentaron vincular la idea del tiempo con la cuarta dimensión hubo siempre la implicación de algún género de espacio en el tiempo y de alguna suerte de movimiento en ese espacio.

Es evidente que quienes construyeron estas teorías no entendieron que, reteniendo la posibilidad del movimiento, formulan exigencias de un nuevo tiempo, pues ningún movimiento puede tener lugar sin tiempo.

Como resultado, el tiempo se mueve frente a nosotros, como nuestra propia sombra, retrocediendo cuando nos acercamos a él.

Todas nuestras ideas del movimiento se confundieron sin esperanza porque, si imaginamos una nueva extensión del espacio y la posibilidad de movimiento a lo largo de esta nueva extensión, entonces, inmediatamente, el tiempo nos enfrenta una vez más declarándose tan inexplicado como antes.

Tenemos que admitir que mediante el término único, tiempo, designamos en realidad dos ideas: la idea de "cierto espacio" y la idea de "movimiento en ese espacio".

Pero, concretamente este movimiento no existe; sólo parece existir porque no vemos el espacio del tiempo.

Esto significa que la sensación de movimiento en el tiempo (y no hay movimiento que no sea en el tiempo) surge en nosotros porque miramos al mundo a través de una estrecha ranura, y sólo vemos las líneas de intersección del plano del tiempo con nuestro espacio tridimensional.

De esta manera, debemos reconocer la profunda inexactitud de la habitual teoría de que la idea del tiempo la desarrollamos partiendo de nuestra observación del movimiento y no es otra que la idea de secuencia que observamos en el movimiento.

Tenemos que aceptar exactamente lo contrario: que la idea de movimiento la desarrollamos partiendo de la sensación del tiempo o del sentido del tiempo, o sea, de la sensación o del sentido de la cuarta dimensión del espacio, pero de una sensación incompleta.

Esta sensación incompleta del tiempo (de la cuarta dimensión) — sensación a través de una ranura— nos da la sensación del movimiento, o sea, una ilusión del movimiento, que no está realmente allí, y en lugar del cual, en realidad, sólo hay una extensión en una dirección que no podemos
Imaginar.

Empero, otro aspecto de la cuestión es de gran importancia.

La cuarta dimensión está conectada con el "tiempo" y con el "movimiento".

Ouspensky


EL ETERNO AHORA DE LA FILOSOFÍA HINDÚ

EL AHORA ETERNO DE LA FILOSOFÍA HINDÚ

En uno de sus libros, Wundt llama la atención sobre el hecho de que nuestros blasonados cinco órganos de los sentidos son meramente tentáculos por medio de los cuales tocamos el mundo alrededor de nosotros.

Vivimos por el "tacto": a tientas.

Jamás vemos nada.

Siempre andamos a tientas en procura de todo.

Con la ayuda del telescopio, del telégrafo, del teléfono, tal vez alargamos nuestros tentáculos, por decirlo así, pero no empezamos a ver.

Decir que vemos sería posible sólo si conociéramos el pasado y el presente.

Pero no vemos y, en consecuencia, nunca podremos convencernos de la existencia de lo que no podemos sentir.

Aquí tenemos la razón de por qué consideramos como realmente existente sólo el círculo que nuestros tentáculos pueden asir en un momento dado.

Más allá de este círculo hay solamente oscuridad e inexistencia.

Pero, ¿tenemos derecho a pensar de este modo?

'Imagínese una consciencia que no esté limitada por las condiciones de la percepción de los sentidos.

Tal consciencia puede elevarse por encima del plano en el que nos movemos; puede ver mucho más allá de los límites del círculo iluminado por nuestra consciencia ordinaria; puede ver que no sólo existe la línea a lo largo de la cual nos movemos, sino también todas las otras líneas perpendiculares a ella que ahora cruzamos, o hemos cruzado antes, o cruzaremos más tarde.

Elevándose por encima del plano esta consciencia podrá ver el plano, asegurarse de que es realmente un plano y no solamente una línea.

Entonces, podrá ver el pasado y el futuro que están juntos y existen simultáneamente.

La consciencia que no está limitada por las condiciones de la percepción de los sentidos puede adelantarse a un viajero, escalar una colina, y ver desde la distancia la ciudad hacia la cual aquél se dirige.

Podrá convencerse de que esta ciudad no está siendo construida de nuevo para cuando aquél llegue, sino que ya existe por si misma, muy independientemente de él.

Podrá mirar hacia atrás y ver en el horizonte las torres de la ciudad que el viajero abandonó, y convencerse de que las torres no se derrumbaron, que la ciudad continúa en pie y viva como lo estaba y vivía antes de la llegada del viajero.

Tal consciencia puede elevarse por encima del plano del tiempo y ver la primavera detrás y el otoño delante, ver simultáneamente las flores que se desarrollan y el fruto que madura.

Puede curar al ciego de su ceguera y hacerle ver el camino que recorrió y el que tiene delante.

El pasado y el futuro no pueden ser inexistentes, pues, si no existen, tampoco existe el presente.

Deben existir juntos en algún sitio, sólo que no los vemos.

El presente, como opuesto al pasado y al futuro, es la más irreal de todas las irrealidades.

Debemos admitir que el pasado, el presente y el futuro no difieren entre sí de modo alguno, que la única cosa que existe es el presente: el “Ahora Eterno” de la filosofía Hindú.

Pero no lo vemos, porque en cualquier momento dado sólo estamos conscientes de un pequeño fragmento de este presente; este fragmento lo consideramos como realmente existente, y negamos existencia real a todo lo demás.

Una vez que aceptemos esto, nuestra visión concerniente a todo lo que nos rodea deberá experimentar un gran cambio.

Habitualmente, consideramos al tiempo como una abstracción hecha por nosotros cuando observamos el movimiento existente; es decir, creemos que al observar el movimiento o los cambios en las relaciones entre las cosas, y comparar las relaciones que existían antes, que existen ahora y que pueden existir en el futuro, desarrollamos la idea del tiempo.

Ouspensky


QUÉ ES EL TIEMPO

QUÉ ES EL TIEMPO
Por: Ouspensky

El tiempo es el enigma máximo y más difícil que enfrenta la humanidad.

Kant considera al tiempo del mismo modo que considera al espacio, como una forma puramente subjetiva de nuestra percepción.

Dice que, condicionados como estamos por las propiedades de nuestro aparato perceptor, creamos tiempo como una conveniencia para la percepción del mundo exterior.

La realidad es continua y constante.

Pero a fin de poder percibirla, debemos dividirla en momentos separados, o sea, nos la representamos como una serie interminable de momentos separados, de los que uno (y solamente uno), existe para nosotros.

En otras palabras, percibimos la realidad como si fuese a través de una estrecha ranura.

Lo que vemos a través de esta ranura, lo llamamos presente; lo que vimos pero no vemos más, lo llamamos pasado; y lo que no vemos para nada pero esperamos verlo, lo llamamos futuro.

Examinando cada fenómeno como el resultado de otro fenómeno, o de varios otros, y esto a su vez, como la causa de aún otro, u otros, o sea, examinando todos los fenómenos en su relación funcional mutua, nosotros, mediante este mismo hecho, los examinamos en el tiempo porque, muy clara y distintamente, visualizamos primero la causa y luego el efecto —primero la acción, luego la función— y no podemos pensar en ello de otro modo.

De manera que, para nosotros, la idea del tiempo está esencialmente conectada con la idea de la causalidad y de la interdependencia funcional.

La causalidad no puede existir sin el tiempo, tal como el movimiento o la ausencia del movimiento no pueden existir sin el tiempo.

Pero nuestro concepto de nuestra "existencia en el tiempo" es turbio y brumoso.

Primero que todo, examinemos nuestra relación con el pasado, el presente y el futuro.

Habitualmente, consideramos al pasado como no existiendo más.

Se fue, — desapareció—, cambió, llegó a transformarse en otra cosa.

Tampoco existe el futuro.

No existe todavía.

Todavía no llegó, no se formó aún.

Con el presente, significamos el momento de transición del futuro en el pasado, o sea, el momento de la transición de un fenómeno de una no-existencia en otra.

Sólo durante este breve momento un fenómeno existe realmente para nosotros; antes, existe como una potencialidad, y después, existe como recuerdo.

Pero, como hecho concreto, este breve momento es una ficción.

No tiene dimensión.

Por el contrario, tenemos todo derecho a decir que el presente no existe.

Jamás podremos atraparlo.

¡Lo que procuramos atrapar es siempre ya pasado!

Si nos detenemos en eso, estaremos obligados a admitir que el mundo no existe.

Lo único que existe es alguna fantasmagoría de ilusiones, que relampaguea y luego se esfuma.

Nuestra habitual visión del tiempo conduce a un absurdo cabal:

Por regla general, no logramos darnos cuenta de esto, y no vemos que nuestra habitual visión del tiempo conduce a un absurdo cabal.

Ouspensky



QUÉ ES MATERIA

QUÉ ES LA MATERIA
Por: Ouspensky

La "Materia" es una creación concebida por nosotros; un mero modo de pensar acerca de los objetos sensibles; un sustituto mental de complejos hechos concretos pero inmanejables...

Hablando estrictamente, la materia existe solamente como un concepto...

A decir verdad, el carácter de la materia, inclusive cuando se trata sólo como un concepto es tan carente de evidencia que las personas, en su mayoría, son incapaces de decir exactamente qué significan con ella.

MATERIA Y FUERZA

Se presenta aquí una cuestión importante: materia y fuerza son sólo conceptos lógicos, o sea, solamente términos adoptados para designar una larga serie de hechos diversos.

Para nosotros, educados en la "física", es difícil entender esto.

Pero en realidad, ¿quién vio jamás a la materia o a la fuerza?

Vemos cosas, vemos fenómenos.
                  
Jamás hemos visto ni veremos nunca a la materia separadamente de la substancia de la que está hecha o en la que consiste una cosa dada.

Y, una substancia dada no es materia, es madera, o hierro, o piedra.

Del mismo modo, nunca veremos a la fuerza separadamente de la acción.

¿Qué significa esto?

Significa que materia y fuerza son conceptos tan abstractos como "valor" o "trabajo", como el "valor de compra" de una moneda, como el "contenido" de un libro.

Significa que la materia es la "sustancia con que están construidos los sueños".

Y, tal como nunca podremos tocar esta "sustancia", y sólo la vemos en sueños, de igual modo nunca podremos tocar, ver ni fotografiar a la materia física separadamente de las cosas.

Perfecta o imperfectamente, conocemos cosas y fenómenos, pero nunca conoceremos a la materia y a la fuerza aparte de las cosas y los fenómenos.

La materia es un concepto tan abstracto como la verdad, el bien o el mal.

La materia, o cualquier parte de la materia, no puede introducirse en una retorta ni en un crisol, tal como a las 'Tinieblas Egipcias" no se las puede vender en botellitas.

Pero dicen que a las "Tinieblas Egipcias" las venden, en forma de polvo negro, en el Monte Athos o en otra parte, por lo que tal vez alguien también “vio a la materia después de todo”.

Ouspensky


LA IDEA DE UN ESPACIO SUPERIOR

LA IDEA DE UN ESPACIO SUPERIOR
Por: Ouspensky

LA CUARTA DIMENSIÓN………

La idea de la cuarta dimensión surgió del supuesto de que, además de las tres dimensiones conocidas por nuestra geometría, existe una cuarta.

Inaccesible y desconocida para nosotros por alguna razón, o sea, que además de las tres perpendiculares que conocemos es posible una cuarta perpendicular misteriosa.

En la práctica, este supuesto se basa en la consideración de que el mundo contiene muchas cosas y fenómenos acerca de cuya existencia real no puede haber duda, pero que trascienden cabalmente la medición en largo, ancho y alto, y están, por decirlo así, fuera del espacio tridimensional.

Podemos tomar como realmente existente aquello que produce cierta acción, tiene ciertas funciones, representa la causa de algo más.

Lo que no existe no puede producir acción alguna, no tiene función, no puede ser causa.

Pero hay diferentes géneros de existencia.

Está la existencia física, reconocida por acciones y funciones de cierta índole; y está la existencia metafísica, reconocida por sus acciones y funciones.

Una cosa existe, y la idea del bien y del mal existe.

Pero no existen en el mismo sentido.

Un mismo método de demostración de la existencia no puede servir para demostrar la existencia de una casa y la existencia de una idea.

UNA IDEA………

Una casa es un hecho físico, una idea es un hecho metafísico.

Los hechos tanto físicos como metafísicos existen, pero existen de modo diferente.

A fin de demostrar la idea de la división del bien y del mal — o sea, un hecho metafísico— deberá demostrarse su posibilidad.

Esto será suficiente.

Pero si demuestro que una casa, o sea un hecho físico, puede existir, de ningún modo eso significa que realmente exista.

Demostrar que un hombre puede poseer una casa no es prueba de que realmente la posea.

Además, nuestra relación con una idea y con una casa es muy diferente.

Por medio de cierto esfuerzo, puede destruirse una casa: la puede incendiar o demoler.

La casa cesará de existir.

Pero trátese de destruir mediante esfuerzo una idea.

Cuanto más se luche contra ella, cuanto más se la discuta, refute y ridiculice, esa idea más crecerá, se difundirá y cobrará fuerza.

Por otro lado, el silencio, el olvido, el no-hacer, la "no resistencia" aniquilarán, o en todo caso debilitarán esa idea.

Pero el silencio, el olvido no perjudicarán a una casa ni a una piedra.

Está claro que la existencia de una casa y la existencia de una idea son existencias diferentes.

Sabemos muchísimo de existencias diferentes de ese tipo.

Un libro existe y el contenido de un libro existe.

Las notas existen, y la música que éstas contienen existe.

Una moneda existe y el valor de compra de una moneda existe.

Una palabra existe y la energía contenida en ella existe.

Por un lado, vemos una serie de hechos físicos; por el otro, una serie de hechos metafísicos.

Hay hechos del primer género y hechos del segundo género; ambos existen, pero existen de modo diferente.

Desde el corriente punto de vista positivista parecerá muy ingenuo hablar del valor de compra de una moneda separadamente de ésta; de la energía de una palabra separadamente de ésta; del contenido de un libro separadamente de éste, y así sucesivamente.

Todos sabemos que ésta es sólo "una manera de hablar", que en realidad el valor de compra, la energía de una palabra, el contenido de un libro, no tienen existencia; son sólo conceptos por medio de los cuales designamos una serie de fenómenos de algún modo conectados con la moneda, la palabra y el libro, pero en realidad muy separados de ellos.

¿Pero esto es así?

Decidimos no aceptar nada como datos y, en consecuencia, no debemos rechazar nada como datos.

En las cosas no sólo vemos un aspecto externo sino también un contenido interno.

Sabemos que este contenido interno constituye una parte inalienable de las cosas, habitualmente su esencia principal.

Y muy naturalmente nos preguntamos dónde está y qué representa.

Vemos que este contenido interior no está en nuestro espacio.

LA IDEA DE UN ESPACIO SUPERIOR………

De modo que concebimos la idea de un "espacio superior", que posee más dimensiones que el nuestro.

Nuestro espacio llega a ser entonces parte de un espacio superior, por decirlo así, o sea, empezamos a suponer que conocemos, sentimos y medimos sólo una parte del espacio, la parte que es medible en largo, ancho y alto.

Ouspensky


LOS AUTOELEMENTOS

LOS AUTO ELEMENTOS
Por: Ouspensky

Para expandir nuestra aprehensión es importante separar lo más distantemente posible los auto elementos, o sea, los elementos personales introducidos por nosotros en todo lo que aprehendemos, de aquello que está siendo aprehendido, para que nuestra atención no se distraiga (en nosotros), de las propiedades de lo que realmente percibimos.

PODEMOS PROPONER PREGUNTAS SENSATAS………

Sólo "librándonos" de los "auto elementos" de nuestra percepción "nos colocamos en una posición en la que podemos proponer preguntas sensatas".

Sólo "librándonos de la noción de su movimiento circular alrededor de la tierra" o sea, alrededor de nosotros: un auto elemento] "preparamos nuestro camino para estudiar al sol".

Lo peor de un auto elemento [de la percepción], es que nunca imaginamos su presencia hasta que nos libramos de él.

[A fin de entender qué significa el auto elemento en nuestra percepción], imaginémonos trasladados de repente a otra parte del universo, y que allí encontramos seres inteligentes y entablamos con ellos una conversación.

Si les dijéramos que provenimos de un mundo y les describiéramos al sol diciéndoles que es un cuerpo brillante y caliente que se desplaza alrededor de nosotros, replicarían: Nos habéis dicho algo del sol, pero también algo de vosotros.

En consecuencia, si deseamos conocer algo del sol, en primer lugar debemos desembarazamos del auto elemento introducido en nuestra aprehensión del sol por el movimiento alrededor de éste por parte de la tierra, en la que estamos.

Ouspensky



LA FACULTAD DE APREHENDER EN LAS CUATRO DIMENSIONES

LA FACULTAD DE APREHENDER EN LAS CUATRO DIMENSIONES
Por: Ouspensky

Cuando se adquiere la facultad [de aprehender en las cuatro dimensiones] — o más bien, cuando se la introduce en la consciencia, pues existe en todos de forma imperfecta— se abre un nuevo horizonte.

La mente adquiere un desarrollo de energía, y en este uso de un espacio… más amplio… como modalidad del pensamiento, se abre un sendero usando esa misma verdad que, cuando Kant la expresó por primera vez, parecía cerrar la mente dentro de límites tan estrechos.

Nuestra percepción está sujeta a las condiciones de estar en el espacio.

Pero el espacio no está limitado como pensarnos al principio.

El próximo paso después de haber formado esta facultad de concebir un espacio más amplio, es investigar la naturaleza y ver qué fenómenos han de explicarse mediante las relaciones tetra dimensionales...

El pensamiento de los siglos pasados usó el concepto de un espacio tridimensional, y por ese medio clasificó muchos fenómenos y obtuvo reglas para ocuparse de asuntos de gran utilidad práctica.

El sendero que se abre inmediatamente ante nosotros en el futuro es el de aplicar el concepto del espacio tetra dimensional a los fenómenos de la naturaleza, y de investigar lo que podrá averiguarse por este nuevo medio de aprehensión.

Ouspensky



EL DESARROLLO DE LA HABILIDAD PARA VISUALIZAR COSAS

EL DESARROLLO DE LA HABILIDAD PARA VISUALIZAR COSAS
Por: Ouspensky

Mediante un análisis notable, los grandes geómetras mostraron que el espacio no está limitado como parecería informárnoslo la experiencia corriente, sino que somos enteramente capaces de concebir diferentes géneros de espacio.

Según Hinton, su sistema de ejercicios mentales debe conducir primero que todo, al desarrollo de la habilidad para visualizar cosas, no como el ojo las ve, o sea, no en perspectiva, sino como son geométricamente; por ejemplo, deben enseñarle a uno a visualizar el cubo desde todos los lados a la vez.

Si adquirimos esta habilidad de visualización, no en perspectiva, a su vez deberíamos ampliar grandemente los límites de la actividad de nuestra consciencia, creando de ese modo nuevos conceptos e intensificando nuestra capacidad para extraer analogías.

Kant estableció el hecho de que una expansión del conocimiento bajo las condiciones existentes de percepción no nos acercará más a las cosas en sí mismas.

Pero hay teorías que afirman que, si se lo desea, es posible cambiar las condiciones mismas de percepción y, de este modo, enfocar la esencia real de las cosas.

Ouspensky



EL SENTIDO ESPACIAL

EL SENTIDO ESPACIAL
Por: Ouspensky

Encuentro la primera vislumbre de una comprensión correcta del problema de Kant, y los primeros indicios de un camino posible hacia su solución, en los intentos de un nuevo enfoque del estudio de este problema del espacio y del tiempo, conectado con la idea de la "cuarta dimensión" y la idea de las dimensiones superiores en general.

Entre otras cosas, Hinton dice que los comentarios sobre las ideas de Kant se ocupan habitualmente sólo de su aspecto negativo; es decir, el hecho de que podemos percibir las cosas a través de los sentidos, sólo en tiempo y espacio, se considera como un obstáculo, impidiéndonos ver a qué se parecen realmente las cosas en sí mismas, no permitiéndonos conocerlas como son en realidad, imponiéndoles algo que no les pertenece, algo que las excluye de nosotros.

Pero (dice Hinton, si la afirmación de Kant la tomamos como es simplemente (sin ver en la percepción espacial un impedimento para la percepción correcta y nos decimos que aprehendemos por medio del espacio, entonces es igualmente aceptable considerar nuestro sentido del espacio) no como una condición negativa que nos impida aprehender al mundo, sino como un medio positivo por el que la mente aferra su experiencia (o sea, por medio del cual aprehendemos al mundo).
                    
En tantos libros en los que se trata el tema hay cierto aire de desaliento — como si esta aprehensión del espacio fuera una especie de velo que nos excluyese de la naturaleza.

Pero no hay necesidad de adoptar este sentimiento... (Debemos reconocer) el hecho de que es por medio del espacio que aprehendemos lo que existe.

El espacio es el instrumento de la mente.

Muy a menudo, una afirmación que parece ser muy profunda y abstrusa y difícil de captar, es simplemente la forma dentro de la cual los pensadores profundos arrojaron una observación muy simple y práctica.

Y por ahora, contemplemos la gran doctrina del espacio de Kant desde un punto de vista práctico, y llega a esto: es importante desarrollar el sentido del espacio, pues éste es el medio por el cual pensamos acerca de cosas reales.
                
Ahora bien, de acuerdo con Kant [continúa Hinton], el sentido del espacio o la intuición del espacio, es el poder más fundamental de la mente.

Pues si nuestra intuición del espacio es el medio por el cual aprehendemos, entonces se colige que hay diferentes géneros de intuiciones del espacio...

Ouspensky


TIEMPO Y ESPACIO

TIEMPO Y ESPACIO
Por: Ouspensky

Aunque no nos demos de esto una explicación muy clara, por lo general, pensamos en tiempo y espacio sólo mediante representaciones; pero cuando pensamos en conceptos, ya pensamos fuera del tiempo y del espacio.
              
A su criterio Kant lo llamaba idealismo crítico, para distinguirlo del idealismo dogmático, como lo presentaba Berkeley.

De acuerdo con el idealismo dogmático, todo el mundo —todas las cosas, o sea, las verdaderas causas de las sensaciones, no tienen existencia excepto en nuestro conocimiento— existen solamente en la medida en que las conocemos.

Todo el mundo, como lo representamos, es sólo un reflejo de nosotros mismos.






El idealismo de Kant reconoce la existencia de un mundo de causas fuera de nosotros, pero afirma que no podemos percibir este mundo a través de la percepción de los sentidos, y que, en general, todo lo que vemos es nuestra propia creación, el "producto del sujeto perceptor".
               
Así, de acuerdo con Kant, todo lo que hallamos en los objetos es puesto dentro de ellos por nosotros.

No sabemos a qué se parece el mundo independientemente de nosotros.

Además, nuestra concepción de las cosas nada tiene en común con las cosas como son en sí mismas, aparte de nosotros.

Y, lo que es más importante de todo, nuestra ignorancia de las cosas en sí mismas no se debe a nuestro conocimiento insuficiente sino al hecho de que somos totalmente incapaces de tener un conocimiento correcto del mundo por medio de la percepción de los sentidos


Para expresarlo de modo diferente, es incorrecto decir que aún sabemos poco pero que luego sabremos más y, al final, llegaremos a una comprensión correcta del mundo; es incorrecto porque nuestro conocimiento experimental no es una brumosa representación del mundo real; es una representación muy vívida de un mundo enteramente irreal, que surge alrededor de nosotros en el momento de nuestro contacto con el mundo de las causas verdaderas, que no podemos alcanzar porque hemos perdido nuestro camino en el mundo "material" irreal.

Así, la expansión del conocimiento objetivo nos trae más cerca de la cognición de las cosas en sí mismas o de las causas verdaderas.

En Crítica de la Razón Pura, Kant dice:

Nada que sea intuido en el espacio es una cosa en sí misma, y el espacio no es una forma que pertenezca como propiedad a las cosas; sino que los objetos son enteramente desconocidos para nosotros en sí mismos, y lo que llamamos objetos externos no son nada más que meras representaciones de nuestra sensibilidad, cuya forma es el espacio, pero cuya correlación real, la cosa en sí, no se conoce por medio de estas representaciones ni podrá conocerse jamás, pero respecto de la cual, en la experiencia, no se efectúa jamás una indagación...

Las cosas que intuimos no son en sí mismas lo mismo que nuestras representaciones de ellas en la intuición, ni sus relaciones en sí están de tal modo constituidas como nos parecen: y si quitamos el sujeto, o siquiera solamente la constitución subjetiva de nuestros sentidos en general, entonces desaparecen no sólo la naturaleza y las relaciones de los objetos en el espacio y el tiempo, sino inclusive el espacio y el tiempo mismos...

Es enteramente desconocido para nosotros cuál sea la naturaleza de los objetos considerados como cosas en sí mismas y sin referencia a la receptividad de nuestra sensibilidad.

No sabemos nada más que nuestro modo de percibirlos...

Suponiendo que debemos llevar nuestra intuición empírica (percepción sensorial) incluso hasta el grado más elevado de claridad, de ese modo no deberíamos avanzar un solo paso más cerca del conocimiento de la constitución de los objetos como cosas en sí mismas...

Decir, pues, que toda nuestra sensibilidad no es sino la representación confusa de cosas que contienen exclusivamente lo que les pertenece como cosas en sí mismas, y esto bajo una acumulación de marcas características y representaciones parciales que no podemos distinguir en la consciencia, es una falsificación de la concepción de la sensibilidad y la fenomenización.

La diferencia entre una representación confusa y una clara es meramente lógica y nada tiene que ver con el contenido, (1)

Ouspensky


miércoles, 3 de junio de 2015

NUESTRA PERCEPCIÓN DE LAS COSAS

NUESTRA PERCEPCIÓN DE LAS COSAS
Por: Ouspensky

Hemos conseguido dividir las cosas de algún modo, y las dividimos de acuerdo con las categorías del tiempo y del espacio.

Pero debemos recordar que estas divisiones sólo existen en nosotros, en nuestra percepción de las cosas, y no en las cosas mismas.

No debemos olvidar que no conocemos la verdadera interrelación de las cosas ni conocemos cosas reales.

Todo lo que conocemos son sus fantasmas, sus sombras, y no sabemos qué relación existe realmente entre ellas.

Al mismo tiempo, sabemos muy claramente que nuestra división de las cosas de acuerdo con el tiempo y el espacio de ningún modo corresponde a la división de las cosas en sí mismas consideradas independientemente de nuestra percepción de ellas; y también sabemos muy claramente que si alguna suerte de división existe entre las cosas en sí mismas, en ningún caso podrá ser una división en términos de tiempo y espacio, como habitualmente entendemos estos términos, porque tal división no es propiedad de las cosas sino sólo de nuestra percepción de las cosas adquirida a través de los órganos de los sentidos.

Ouspensky


EL PRIMER PASO HACIA LA COGNICION

EL PRIMER PASO HACIA LA COGNICIÓN
Por: Ouspensky

La cosa más difícil es saber lo que sabemos y lo que no sabemos.

Por tanto, si deseamos saber algo, debemos primero que todo establecer qué aceptamos como datos, y qué consideramos que exige definición y prueba, o sea, debemos determinar qué sabemos ya, y qué deseamos saber.

En relación con nuestra cognición del mundo y de nosotros mismos, las condiciones serían ideales si fuera posible no aceptar nada como datos y considerar que todo exige definición y prueba.

En otras palabras, sería mejor suponer que no sabemos nada, y tomar esto como nuestro punto de partida.

Por desgracia, sin embargo, es imposible crear tales condiciones.

Algo ha de tenerse como base, algo debe aceptarse como conocido; de lo contrario, estaremos constantemente obligados a definir una incógnita por medio de otra.

Por otro lado, debemos cuidarnos de aceptar como conocidas — como datos— cosas que en realidad, son completamente desconocidas y meramente presupuestas: los que se buscan.

Esta perfectamente claro que es imposible aceptar la cosa buscada como la cosa conocida; y que no podemos definir una incógnita por medio de otra incógnita.

La materia es aquello en lo que tienen lugar los cambios llamados movimiento: y el movimiento son aquellos cambios que tienen lugar en la materia.

Sabemos que, desde el primer paso mismo hacia la cognición, un hombre es sorprendido por dos hechos evidentes:

La existencia del mundo en que vive; y la existencia de la consciencia en él mismo.

No podrá probar ni refutar una ni otra, pero ambas son hechos para él, son realidad.

Uno puede especular acerca de la relación mutua de estos dos hechos.

Uno puede intentar reducirlos a uno solo, o sea, a considerar al mundo psicológico o interior como una parte, o una función, o un reflejo del mundo externo, o contemplar al mundo externo como una parte, o una función, o un reflejo del mundo interno.

Pero esto significaría una digresión de los hechos, y todos esos conceptos no serían evidentes para una visión corriente, no especulativa, del mundo y de uno mismo.

Por el contrario, el único hecho que sigue siendo evidente de por sí es la antítesis de nuestra vida interior y del mundo externo.

Volveremos más tarde a esta proposición fundamental.

Pero entretanto, no tenemos motivos para argumentar contra el hecho evidente de nuestra propia existencia — o sea, la existencia de nuestra vida interior— y la existencia del mundo externo en que vivimos.

En consecuencia, esto debemos aceptarlo como datos.

Pero esto es todo lo que tenemos derecho a aceptar como datos.

Todo el resto exige prueba de su existencia y definición sobre la base de estos dos datos que ya poseemos.

El resultado directo de estos dos datos fundamentales — la existencia en nosotros de una vida psicológica, o sea, sensaciones, representaciones, conceptos, pensamientos, sentimientos, deseos, etc., y la existencia del mundo fuera de nosotros— es una división de todo lo que conocemos en subjetivo y objetivo, una división perfectamente clara para nuestra percepción ordinaria.

A todo lo que consideramos propiedades del mundo lo llamamos objetivo, y a todo lo que consideramos propiedades de nuestra vida interior, lo llamamos subjetivo.

Al mundo subjetivo lo percibimos directamente: está en nosotros; somos uno solo con él.

Al mundo objetivo nos lo representamos como existiendo fuera de nosotros, por así decirlo aparte de nosotros, y lo consideramos exacta o aproximadamente tal como lo vemos.

Nosotros y él somos cosas diferentes.

Nos parece que si cerramos los ojos, el mundo objetivo continuará existiendo, tal como lo vemos, y que, si fuera a desaparecer nuestra vida interior, nuestro mundo subjetivo, el mundo objetivo seguiría existiendo como existía cuando nosotros, con nuestro mundo subjetivo, no estábamos allí.

Nuestra relación con el mundo objetivo es definida muy claramente por el hecho de que lo percibimos como existiendo en el tiempo y en el espacio y no podemos percibirlo o representárnoslo aparte de estas condiciones.

Habitualmente, decimos que el mundo objetivo consiste en cosas y fenómenos, o sea, en cosas y cambios en el estado de las cosas.

Un fenómeno existe para nosotros en el tiempo, una cosa existe en el espacio.

Pero tal división del mundo en subjetivo y objetivo no nos satisface.

Por medio del razonamiento podemos establecer que, en realidad, sólo conocemos nuestras sensaciones, representaciones y conceptos, y que percibimos el mundo objetivo proyectando fuera de nosotros las presumidas causas de nuestras sensaciones.

Además, hallamos que nuestra cognición del mundo subjetivo y del objetivo puede ser verdadera o falsa, correcta o incorrecta.

El criterio para determinar lo correcto o incorrecto de nuestra cognición del mundo subjetivo es la forma de la relación de una sensación con las otras, y la fuerza y el carácter de la sensación misma.

En otras palabras, lo correcto de una sensación es verificada comparándola con otra de la que estamos más seguros, o mediante la intensidad y el gusto de una sensación dada.

El criterio para determinar lo correcto o incorrecto de nuestra cognición del mundo objetivo es exactamente el mismo.

Nos parece que definimos las cosas y los fenómenos del mundo objetivo por medio de comparación de uno con otro; e imaginamos que descubrimos las leyes de su existencia aparte de nosotros y de nuestra cognición de ellas.

Pero esto es una ilusión.

Nada sabemos de las cosas separadamente de nosotros; y no tenemos medios para verificar lo correcto o incorrecto de nuestra cognición del mundo objetivo aparte de las sensaciones.

Desde la más remota antigüedad, la cuestión de nuestra relación con las causas verdaderas de nuestras sensaciones ha sido el tema principal de la investigación filosófica.

Los hombres pensaron siempre que debían hallar alguna solución a esta cuestión, alguna respuesta a ella.

KANT estableció que nuestras sensaciones deben tener causas en el mundo externo, pero que somos incapaces, y nunca seremos capaces, de percibir estas causas por medios sensoriales, o sea, por los medios que nos sirven para percibir los fenómenos.

KANT estableció el hecho de que todo lo que los sentidos perciben es percibido en el tiempo y el espacio, y que fuera del tiempo y del espacio nada podemos percibir a través de los sentidos, que tiempo y espacio son las condiciones necesarias de la percepción sensorial (o sea, la percepción por medio de los órganos de los sentidos).

Y, sobre todo, KANT,  estableció el hecho de que la extensión en el espacio y la existencia en el tiempo no son propiedades de las cosas — Inherentes a ellas — sino meramente propiedades de nuestra percepción sensorial.

Esto significa que, en realidad, aparte de nuestra percepción sensorial de ellas, las cosas existen independientemente del tiempo y del espacio; pero nunca podemos SENTIRLAS fuera del tiempo y del espacio, y el hecho mismo de percibir las cosas y los fenómenos a través de los sentidos LES IMPONE las condiciones del tiempo y del espacio, PUESTO QUE ÉSTA ES NUESTRA FORMA DE REPRESENTACIÓN.

Así, DETERMINANDO TODO lo que conocemos a través de nuestros sentidos en términos de espacio y tiempo, ellos mismos son sólo formas de nuestra percepción, categorías de nuestra razón, el prisma a través del cual miramos al mundo.

En otras palabras, espacio y tiempo no son propiedades del mundo, sino meramente propiedades de nuestra percepción del mundo por medio de los órganos de los sentidos.

Consiguientemente, el mundo, considerado aparte de nuestra percepción de él, no tiene extensión en el espacio ni existencia en el tiempo.

Somos nosotros lo que lo investimos con estas propiedades cuando lo sentimos y percibimos.

Las representaciones del espacio y del tiempo surgen en nuestra mente en su contacto con el mundo externo a través de los órganos de los sentidos, y no existen en el mundo externo aparte de nuestro contacto con él.

Espacio y tiempo son categorías de nuestra razón, o sea, propiedades que atribuimos al mundo externo. Sólo son carteles, hitos, erigidos por nosotros, pues sin ellos no podemos visualizar al mundo externo. Son gráficos por medio de los cuales nos representamos al mundo.

Proyectando fuera de nosotros las causas de nuestras sensaciones, construimos estas causas en el espacio, y visualizamos la realidad continua en la forma de una serie de momentos consecutivos del tiempo.

Ouspensky